Aunque no recojan imágenes, el Tribunal Supremo aprecia que existe una intromisión ilegítima en la intimidad de los dueños de la finca, porque se coarta su libertad al sentirse grabados
Aunque no recojan imágenes, el Tribunal Supremo aprecia que existe una intromisión ilegítima en la intimidad de los dueños de la finca, porque se coarta su libertad al sentirse grabados